Iquitos, la ciudad rodeada por la inmensidad de los ríos, se convirtió en el epicentro de un llamado desesperado. Del 1 al 3 de octubre de 2025, la Cumbre Amazónica del Agua reunió a cerca de 400 delegados de diez países y catorce regiones del Perú en la capital de Loreto. 

El objetivo fue arrojar luz sobre la paradoja de una Amazonía rica en agua dulce, donde más del 60% de la población de Iquitos no tiene acceso a agua potable y la contaminación minera está destruyendo el futuro de la población.

Organizado por la Vicaría del Agua del Vicariato Apostólico de Iquitos, con el respaldo de más de diez organizaciones nacionales e internacionales, el encuentro se llevó a cabo bajo la consigna "Somos Agua, Somos Vida, Somos Esperanza".

Las Venas Abiertas de la Amazonía

La Cumbre no solo fue un espacio de reflexión, sino también una plataforma para denunciar una crisis ambiental y social que amenaza los ecosistemas acuáticos de la Amazonía Occidental.

Durante el evento, se reiteraron las denuncias sobre la minería ilegal, que ha experimentado una expansión desproporcionada ligada al aumento del precio del oro y se ha convertido en un problema transfronterizo, especialmente en las fronteras con Ecuador, Colombia y Bolivia. En el Perú, se ha extendido por nueve regiones, afectando gravemente a Loreto, Huánuco, San Martín, Madre de Dios y Amazonas.

Se estima que en los últimos diez años se han destruido más de 100,000 hectáreas de bosques tropicales. El impacto hidrológico es profundo: se han identificado más de 180 cuerpos de agua con presencia de dragas mineras, las cuales alteran los sistemas, incrementan los sedimentos y contaminan con mercurio y arsénico. Un estudio sobre el río Nanay reveló que el 80% de las personas examinadas presentan niveles elevados de mercurio debido al consumo de agua y pescado contaminados.

A la minería se suman los derrames petroleros, la sobrepesca, el uso de químicos en cultivos ilegales y la proliferación del narcotráfico y el tráfico de tierras. La coordinadora de la Vicaría del Agua, Barbara Fraser, recordó que casi todas las ciudades amazónicas sufren sequías e inundaciones cada vez más frecuentes y severas, directamente relacionadas con el cambio climático. Monseñor Miguel Ángel Cadenas, obispo de Iquitos, rememoró el derrame de petróleo del 3 de octubre del 2000 en San José de Saramuro, que impactó con 5500 barriles las aguas del río Pastaza.

Testimonios de Resistencia y Dignidad

El encuentro en Iquitos estuvo marcado por testimonios conmovedores y la voz de la resistencia, con especial énfasis en la participación de mujeres afectadas por la contaminación.

La lucha de las mujeres Kukama se hizo presente con Mariluz Canaquiri, presidenta de la Federación Kukama Huaynakana Katawara Kana, quien tuvo una de las voces más resonantes. Ella enfatizó el papel crucial de las mujeres en la defensa del agua, afirmando: “Defender los ríos nos da vida y dejará vida a nuestras futuras generaciones”. Recordó que, aunque el río Marañón ha sido declarado sujeto de derechos gracias a la lucha de las mujeres Kukama, este dictamen judicial no se cumple en la práctica y los daños persisten.

“Los gobernantes están implementando políticas generalizadas de exterminio”

Pero no solo las comunidades nativas tuvieron un espacio. Monseñor Miguel Ángel Cadenas, obispo de Maynas, citó el caso de los asentamientos humanos 21 de Setiembre e Iván Vásquez en Punchana. Estos, a pesar de un fallo del Tribunal Constitucional de hace dos años que reconoció graves violaciones a derechos básicos, los pobladores siguen viviendo al borde de un desagüe a cielo abierto. Desechos de un hospital, una estación de gasolina y un camal circulan por el sector, impactando la salud de más de 4000 personas.

Sin embargo, fue el Cardenal Carlos Castillo quien tuvo una intervención potente y directa al denunciar las causas profundas de la crisis. Monseñor Carlos Castillo sostuvo que hay un clamor humano que cada día crece más, y destacó el testimonio de una lideresa indígena sobre el envenenamiento sistemático que sufren las poblaciones a causa del derrame de petróleo, afirmando que esto es parte de una política internacional.

“Los gobernantes están implementando políticas generalizadas de exterminio”, sentenció con energía. En respuesta a esta situación, instó a la población a organizarse y aprender de aquellos sectores que son ejemplo de resistencia ante el sufrimiento que amenaza con destruirnos. Monseñor Castillo concluyó su mensaje con un llamado a la transformación, “para terminar esta etapa no con un exterminio, sino como una resurrección de nuestros pueblos".


Compromiso de la Iglesia y Hoja de Ruta

La Iglesia Católica asumió un rol de liderazgo inspirado en los documentos papales Laudato Si' y Querida Amazonía. El Cardenal Pedro Barreto recordó que la Iglesia ha trabajado en una red panamazónica desde hace once años y cuenta con una Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). Desde el Vaticano, el Cardenal Michael Czerny enfatizó que “El agua no es solamente un recurso útil, sino que es un derecho humano fundamental, un bien común que debemos custodiar y compartir”.

La Cumbre concluyó con la lectura y aprobación de una Declaración por el derecho al agua. En este documento se denuncia la indiferencia gubernamental y las políticas destructivas vinculadas al crimen organizado, el asesinato de defensores del agua y la falta de apoyo a actividades sostenibles; exige escuchar las voces de los pueblos indígenas, de las mujeres y de las comunidades; y resalta la importancia de proteger el entorno, destacando el derecho de ríos y lagos a fluir sin contaminación, alineado con las cosmovisiones indígenas.

Entre los resultados esperados se encuentran el fortalecimiento de una red de grupos en defensa del agua, un programa formativo para jóvenes y un documento que recoja las solicitudes de las comunidades para ser presentado en foros nacionales e internacionales.

Al clausurar la misa, Monseñor Miguel Ángel Cadenas expresó con optimismo: “Ha venido muchísima gente que quiere preservar este bioma tan importante para el planeta... La Iglesia quiere escuchar. Necesitamos escucharnos para proponer una vida digna para todos”. Como señal de continuidad, el Vicariato de Puerto Maldonado aceptó el desafío de ser la sede de la segunda Cumbre Amazónica del Agua.

La Cumbre Amazónica del Agua ha sido un momento crucial, un grito de vida en el vasto ecosistema que es la Amazonía, donde la lucha por el agua representa la lucha por la vida misma.