El 13 de agosto un niño fue asesinado a sangre fría, en un hecho aún confuso, cuando delincuentes robaron la camioneta y la carga, cacao producido en la cuenca, fueron robados por dos sujetos no identificados.

El robo de una camioneta cargada de cacao, con el saldo de un niño muerto, es solo uno de los efectos de la escalada delincuencial en el Valle del Ene.

A pesar de los llamados para mejorar la protección de la población que se desplaza entre el Ene y las ciudades de Satipo, Mazamari y Pangoa, aquejados por constantes asaltos y robos, la respuesta estatal ha sido mínima.

A pesar de la existencia de bases militares en el valle, la protección a la población es inexistente. Irupé Cañari, abogada de CARE ha manifestado la indefensión de los más de 25 mil asháninka que viven en el valle del Ene.

A continuación, un reportaje sobre esta penosa situación.