Usted está rodeado por gente con una enfermedad que no conoce. Los expertos, los sabios, todos están confundidos con lo que pasa. La gente sana y fuerte muere igual que algunos que ya se veían viejos o enfermos previamente. De pronto, la respuesta más urgente, más lógica, es alejarse. Cerrarle la puerta al contagio de una enfermedad, poner distancia entre Usted y un enemigo mortal. El aislamiento es la reacción casi instintiva en esta situación de supervivencia.

Este pequeño relato, seguro le recuerda la pandemia del COVID 19. Sin embargo, estoy contando la historia, repetida tantas veces en la Amazonía, de los pueblos indígenas en aislamiento.

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Recreación digital hecha con Dall-e

La Amazonía: Un misterio vivo

Cientos de culturas y pueblos han florecido y desvanecido en los bosques amazónicos a lo largo de milenios, dejando atrás solo sombras de su existencia. La desaparición de un pueblo, en cualquier rincón del mundo, es una tragedia para toda la humanidad. Con cada cultura que se desvanece, perdemos miles de años de sabiduría acumulada sobre la naturaleza, sus secretos y sobre la propia evolución de los humanos y sus sociedades.

Para evitar este destino, muchos grupos indígenas han optado por un camino de aislamiento. En Sudamérica, han decidido alejarse de la sociedad y adentrarse en la selva, lejos del alcance del resto de la humanidad. Ya sea para evitar conflictos con otros pueblos indígenas, para protegerse de enfermedades o para escapar de esclavistas, caucheros o madereros, estos pueblos persisten en los bosques, casi invisibles para el mundo exterior. Son los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI), según la terminología legal peruana. Con esta sigla se identifican a las dos situaciones por las que pasan estos pueblos: el aislamiento, es decir, la renuencia a mantener contacto con otras sociedades o con un contacto muy limitado; y el contacto inicial, que es la situación que mantienen pueblos como los Isconahua en Ucayali o la población Nahua de Santa Rosa de Serjali en la zona del bajo Urubamba, en Cusco.

De acuerdo con los especialistas podrían existir más de 150 pueblos indígenas en situación de aislamiento en el mundo, la mayoría de ellos en la Amazonía que corresponde a Brasil y Perú. También existen pueblos aislados en Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Venezuela. Se presume la existencia de aislados también en Surinam y Guyana. A nivel mundial, se han reportado grupos indígenas en aislamiento en Oceanía, en Asia y África. Incluso en Estados Unidos un grupo indígena retomó contacto con la sociedad moderna en el año 1911, habiendo subsistido en la Sierra Nevada, al norte de California.


Aislarse para sobrevivir

Los pueblos aislados son grupos humanos que han elegido o se han visto obligados/forzados a vivir alejados de otros grupos y sociedades humanas a lo largo de siglos. Ya sea por temor a enfermedades, abusos, o simplemente por la decisión de mantenerse apartados de culturas diferentes y mantener su forma de vida tradicional. Según la antropóloga peruana Beatriz Huertas, una de las expertas en el tema, “un pueblo en aislamiento voluntario es precisamente aquel que limita drásticamente sus relaciones con la población del entorno y las limita por decisión propia. Hay diferentes niveles de aislamiento. Hay pueblos o parte de ellos que, por ejemplo, borran sus rastros durante sus desplazamientos. Los esconden para no ser perseguidos, para no ser vistos por otros”.

El antropólogo Alonso Zarzar indica en unos de los primeros informes de una entidad peruana sobre los pueblos aislados, que estos pueblos se aislaron por la fuerza de las circunstancias: es decir, no fue por siempre por elección, sino por una necesidad.

La zona que divide Perú y Brasil es refugio de una gran cantidad de grupos en aislamiento. Imagen tomada del sitio web de Survival International

En opinión del antropólogo Carlos Mora, el proceso de aislamiento de estos pueblos pudo haberse iniciado incluso desde los procesos de conquista, es decir, mucho antes del llamado boom del caucho, en que se esclavizó a miles de indígenas. Hay que tener en cuenta de que los contactos de los indígenas amazónicos con otros pueblos amazónicos, con grupos andinos y luego misioneros católicos empezó hace ya varios siglos”, puntualiza. El aislamiento pudo ocurrir para prevenir los conflictos territoriales con otros grupos indígenas amazónicos mucho antes de la colonización europea. Es importante destacar que cada pueblo indígena en aislamiento tiene sus propias razones para elegir esta forma de vida, y estas pueden variar considerablemente.

Ambos profesionales y otros estudiosos como Zarzar coinciden en que los aislados buscan zonas de refugio, particularmente en las cabeceras de algunas quebradas, de ríos, llevando una vida por lo general trashumante, y que hacen migraciones bastante continuas, por lo que el espacio que requieren para subsistir es muy grande.

Sin embargo, el aislamiento también tiene consecuencias. Al no haber estado expuestos a enfermedades traídas desde Europa o de otras partes del mundo, su respuesta inmunológica a ellas es pobre o nula. Una simple gripe puede acabar con la mitad o con toda una población de un grupo determinado. Zarzar también señala que, “estos grupos o pueblos aislados sufrieron y sufren un proceso de adaptación a un ecosistema altamente limitante y poco propicio para el desarrollo de sus capacidades como pueblos y culturas”. Por tanto, en ese proceso es importante entender que estos pueblos tuvieron que modificar sus relaciones sociales y su estructura demográfica. Estas nuevas adaptaciones y los conocimientos que ganaron y perdieron en el proceso son también muy importantes.

indigenas esclavizados durante el boom del caucho (1913)

En el Perú, existe un régimen legal de protección de estos pueblos, para los cuales se han reservado alrededor de 4 millones de hectáreas. Esta cifra podría llegar a 7 millones, si las propuestas de nuevas reservas indígenas que han presentado las organizaciones indígenas son aceptadas por el gobierno peruano. Es importante destacar que los territorios de estos pueblos están entre los mejor conservados de la cuenca amazónica y son prioritarios para el clima, la biodiversidad y la seguridad alimentaria global.

Internacionalmente, los pueblos indígenas en aislamiento son titulares de derechos humanos y su protección es fundamental para garantizar estos derechos. Dado que están en una situación única de vulnerabilidad y no pueden abogar por ellos mismos, asegurar el respeto a sus derechos es especialmente importante.

Amenazas para su existencia

Actualmente, las principales amenazas para los pueblos indígenas en aislamiento son las actividades ilegales. Los cazadores y madereros ilegales son una de las principales causas de riesgo. La presencia de extraños en sus territorios puede ser mortal para estos pueblos debido al posible contagio de enfermedades para las que no están preparados sus sistemas inmunológicos.

El avance de los proyectos extractivos, como la minería de oro en los ríos, sobre todo en las cabeceras de cuenca, es otra amenaza significativa. Estas actividades degradan los ecosistemas de los cuales depende la población en aislamiento. En algunas regiones, como Ucayali y Loreto, el narcotráfico también representa una severa amenaza para su sobrevivencia.

La falta de medidas de protección por parte del Estado es otro factor a considerar. Desde hace años, el Ministerio de Cultura no implementa el Régimen Sancionador para los infractores a las leyes que protegen a los aislados. Hace poco, una propuesta de ley en el Congreso peruano buscaba el cambio en el mecanismo protección de las reservas indígenas.


Imagen generada con dall-e

Contactos violentos

Los pueblos aislados evitan por lo general el contacto con personas ajenas a su comunidad. Cuando se ven amenazados por invasiones a sus territorios, suelen huir, aunque en ciertas circunstancias pueden optar por la defensa. Un caso ilustrativo es el de John Chow, un misionero que en 2018 intentó contactar con los sentineleses, una tribu insular del océano Índico. A pesar de las advertencias, Chow fue atacado y perdió la vida en su segundo intento de acercamiento. Ataques realizados por aislados contra madereros han ocurrido también en Perú, en Madre de Dios y también contra otros pueblos indígenas en Purús.

Para entender estas reacciones, es necesario recordar el pasado. Durante la colonización, zonas como el Amazonas eran explotadas sin restricciones por buscadores de oro y cazadores de fauna para la venta de pieles y cueros. Las misiones evangelizadoras también causaron devastadores efectos concentrando población indígena que luego moría por brotes epidémicos. Ya en el siglo XIX, cuando los caucheros se encontraban con pueblos indígenas, recurrían a la violencia, ya sea para acceder a sus tierras como para esclavizarlos. Miles de indígenas fueron diezmados y los supervivientes buscaron refugio en lugares seguros.

Muchos de los pueblos en aislamiento actuales son descendientes de esos supervivientes, y el trauma se ha transmitido a través de las generaciones. Los supervivientes de un bombardeo con napalm al pueblo Matsés, ocurrido a mediados de los años 60, en el noroeste del Perú, aún mantienen una absoluta desconfianza de las autoridades peruanas y rechazan rotundamente cualquier intento de ingreso de empresas extractivas, petroleras, madereras, en su territorio.

Este conflicto fue el resultado de enfrentamientos entre indígenas y madereros mestizos que invadían territorios el pueblo Matsés. El gobierno peruano realizó luego intervención injustificable y desmedida para castigar a los Matsés, utilizando aeronaves militares para bombardear sus aldeas con napalm.

Como reclama Survival International en su página web, “los pueblos aislados existen. Son las comunidades más vulnerables del planeta. El contacto forzado con ellos ha demostrado ser mortal e inmoral. Los aislados tienen derecho a sobrevivir y a decidir su propio futuro. Pero esto solo puede suceder si sus tierras están protegidas”.

Hoy las amenazas que enfrentan los pueblos en aislamiento y contacto inicial tienen las mismas motivaciones de siempre. Controlar las tierras donde viven, extraer sus recursos y "civilizarlos", vale decir, desaparecerlos. Esta serie tocará algunos de los casos más importantes en el Perú.