Alrededor de Pucallpa se ha constituido un rosario de carbonerías sobre el cinturón de pobreza que rodea a la ciudad. Se trata de pequeñas industrias informales del carbón que acumulan denuncias por contaminación ambiental, utilizan ripios de madera extraída muchas veces ilegalmente, emplean mano de obra infantil, y se valen de esquemas de corrupción para producir y transportar el combustible que terminará quemándose a las más grandes cadenas de pollerías de la capital

Escriben: Gabriel Arriarán Ivan Brehaut

El 12 de junio de 2018, el Sr. Ronald Zumba Torres denunció a la Fiscalía del Medio Ambiente de Ucayali que se quemaba madera para la producción de carbón en los alrededores de su domicilio, del Lote 4, Manzana A del AAHH Lucio Abenzur, en los alrededores de la ciudad de Pucallpa. El humo y los gases que se generaban durante el proceso de producción de carbón contaminaban el aire y afectaban a todo el asentamiento, en particular a los niños.

El 11 de septiembre de 2021, la Sra. Dayce Paredes Nitzuma interpuso una denuncia verbal ante la Fiscalía Provincial Especializada en Materia Ambiental por la contaminación del aire que provocan carbonerías ubicadas en el AAHH Sargento Gómez Serruche, del distrito de Yarinacocha, en Pucallpa. La emisión del humo desde las carbonerías afectaba a vecinos y familias del asentamiento humano.

Una denuncia verbal presentada por la Sra. Karol Janeth López Pérez ante la Unidad de Medio Ambiente de la Municipalidad de Yarinacocha se remitió a la Primera Fiscalía Provincial Especializada en Materia Ambiental de Ucayali, el 3 de noviembre de 2021. La Sra. López manifestó que unos desconocidos contaminaban el medio ambiente como resultado de la quema de madera para la fabricación de carbón vegetal. El humo afectaba a los integrantes de la familia López, así como a los vecinos de la Asocación de Productores 26 de Enero, del Caserío Villa Primavera, del distrito de Yarinacocha.


El carbón: una incipiente industria informal

En las afueras de Pucallpa se ha desarrollado una pequeña industria del carbón a partir del ripio que descartan los grandes aserraderos de la región, y de maderas de más dudoso origen provenientes de comunidades nativas y predios agrícolas.

Las especies más apreciadas para la producción de carbón son el shihuahuaco (Dypterix odorata) y la quinilla (Manilkara bidentada), árboles de palos duros y densos, normalmente utilizados para la elaboración de pisos. Al 2021, según el Servicio Forestal — SERFOR, más del 57% del carbón que se produce en el país proviene del shihuahuaco, el milenario árbol cuya extracción desmedida está diezmando sus poblaciones. Un shihuahuaco adulto, de esos que están siendo extraídos, tiene probablemente más de 1300 años, que se consumen en algunas horas, mientras comemos un pollo a la brasa o una parrilla de fin de semana.

Los desperdicios de estas maderas son las que se carbonizan en las parvas (hornos artesanales) que han proliferado en el extrarradio de la ciudad. Una situación similar se da en Aguaytía, ciudad cercana a Pucallpa, donde también se acopia carbón producido informalmente, y se envía a Lima.

La producción de carbón es una actividad familiar, poco rentable. Los productores suelen ser dueños de entre 3 y 7 parvas, que colocan sobre la propiedad privada de un aserradero, o algún otro predio, y que una vez en funcionamiento, deben ser constantemente vigiladas para regular la entrada de aire, evitar posibles explosiones (los árboles suelen capturar metano, y encapsularlo en sus troncos), o prevenir que la madera se consuma por completo hasta convertirse en ceniza.

Es un trabajo hecho en condiciones de altísima informalidad. El riesgo de la actividad se distribuye según criterios etarios. Según una tesis reciente elaborada en la Universidad Nacional de Ucayali, en las carbonerías de Manantay laboran personas de entre 14 y 65 años.

Los adolescentes entre los 14 y los 17 años son quienes realizan la parte más riesgosa de este oficio: el “jalado” del carbón de las parvas, que requiere que se coloquen justo sobre los humos que despide el proceso de carbonización de las maderas. Las familias dependen tanto de la renta que les imponga el patrón de la carbonería, como del precio del ripio de los aserraderos para la fabricación del carbón.


Trabajo infantil en las carbonerías

El 7 de noviembre de 2018 un representante de la Cuarta Fiscalía Penal Provincial Corporativa de Coronel Portillo se presentó en el inmueble ubicado en la Av. Ramiro Prialé, en el AAHH 5 de Septiembre, en Manantay, junto con personal de las fiscalías Ambiental, Civil y Familia, la Defensoría del Pueblo, la DEMUNA, la subgerencia de Comercialización de la Municipalidad Distrital de Manantay y personal policial. El día anterior había sido publicado un informe en el programa Beto a Saber, de ATV sobre la presunta explotación infantil que ocurría en las parvas de producción de carbón ubicadas en ese predio.


UNA NIÑA MANCHADA DE HOLLÍN EMPUJA UNA CARRETILLA VACÍA, EN UNA CARBONERÍA A LAS AFUERAS DE PUCALLPA. FOTO: IVÁN BREHAUT.

La verificación de la fiscalía encontró a cuatro menores de edad que fueron identificados como: Richard Cedante Isuiza (14) (que se encontraba con su madre), Larry Sauna Ochavano (11), Kelvin Tenant Ochavano (08) y Greasy Ochavano Chistama (que estaba con su abuela). “Los menores presentaban manchas negras en el rostro, que harían presumir que se encontraban trabajando en la producción de carbón”, cita el Caso SGF 3006014504–2018–2172 al que tuvimos acceso. El terreno sobre el que se encontraban pertenecía a Freddy Alfredo Lolay Cárdenas.

Los hechos se encuadraron en el delito de “Exposición a peligro de persona dependiente”, tipificado en el artículo 128 del Código Penal vigente. “El que expone a peligro la vida o la salud de una personas colocada bajo la autoridad, dependencia, tutela, curatela o vigilancia, sea privándola de alimentos o cuidados indispensables, sea abusando de los medios de corrección, disciplina, o cualquier acto análogo…”. La pesquisa resultó en dos acusaciones contra María Dolores Chistama Andrade y Grecia Luz Suiza Da Costa (madre y abuela, respectivamente, de dos de los menores agraviados), pendientes, hasta el momento, de ser resueltas.

Claramente hay un problema de índole social y humanitario con las familias y los niños que trabajan en las parvas de producción de carbón que medidas punitivas no van a solucionar.

Procedencia ilegal de la madera

Las maderas con que se produce el carbón en Pucallpa tienen, por lo general, dos orígenes. Las parvas de producción se alimentan sea con los ripios que descartan los aserraderos cercanos, o con “maderas de chacra”, que los dueños de las carbonerías salen a buscar a las comunidades y centros poblados en las riberas del Ucayali y sus afluentes, o que piden expresamente a sus proveedores en el campo.

A veces es posible diferenciar las maderas de aserradero, al convertirse en trozos de carbón de ángulos rectos, casi rectangulares. Algunas de estas trozas incluso tienen todavía adheridas etiquetas con la procedencia del árbol qué pasó por el aserradero y después por la parva. Para este reportaje encontramos tablas de madera procedente de la comunidad de Pahoyán.


Trozas de madera proveniente de la comunidad nativa de Pahoyán. Foto: Iván Brehaut

La madera de chacra, para facilitar el proceso de carbonización, se corta en pedazos irregulares, pequeños y dispares.

Es más altamente probable encontrar madera ilegal en esta última modalidad, por lo general de shihuahuaco, especie de la que se produce un carbón más pesado, más denso y más duro, algo resinoso, que es especialmente apreciado para la preparación del pollo a la brasa, porque impregna a la carne con un particular sabor ahumado. Además, al ser una madera muy densa, se consume más lento, y mantiene un gran poder calórico.

En las carbonerías visitadas, el shihuahuaco ilegal es escondido entre sacos de maderas blandas, de menor valor, alejado de las miradas de una potencial inspección. Los productores no suelen compartir el origen ni muchos detalles de quienes son los proveedores de la madera.


Carbon de shihuahuaco Foto Ivan Brehaut


Micro corrupción en la oficina forestal

Los productores de carbón entrevistados para este reportaje coincidieron en señalar en que se les cobra una tarifa ilegal por un sello de la Gerencia Regional Forestal (en Pucallpa aun llaman INRENA a la autoridad forestal) en la guía de remisión que acompaña a las camionadas de carbón en su ruta hacia Lima. Se trata de una coima de entre 300 y 400 soles, según las fuentes consultadas, que se paga a un operario de la Gerencia que recorre la ciudad con un sello en su mochila.

Hay que dar 10 soles a la secretaria (de la Gerencia) para que admita tu guía y salga ese mismo día […]A veces hay que ir a buscar al ingeniero de INRENA, que está haciendo supervisiones, no siempre está en su oficina. Carga con el sello en su mochila. Son varios ingenieros, venderán como unos 20 sellos al día.

 “Cristal”, uno de los principales y más confiables proveedores de “servicios logísticos” para los productores de carbón, fue muy recomendado por uno de los principales productores que entrevistamos. Según Cristal, si uno quiere comprar carbón en Pucallpa y llevarlo a Lima, los “trámites” se resuelven rápido y a costos no muy elevados.

… el flete se paga 230 soles por tonelada, eso se paga en Lima, es el flete del camión. De los trámites yo mismo me encargo. Son 400 soles para el pago de la Guía, todo es legal, del INRENA pues, no hay nada más que pagar. Ya con la guía nadie le dice nada en el camino. Bueno, usted me da su RUC, y hay que pagar como 200 soles para los muchachos con la carga y eso… para su desayuno, el almuerzo nomás y su gaseosita, son 6 o 7 puntas (personas) que se necesita. 
Usted está pagando su guía, 400 soles, con eso te dan tu guía y nadie te dice nada, no te para la policia por que todo es legal… A mi me dan 300 por carga, esta es mi chamba, por años estoy en esto. Todos los carboneros me conocen acá en Pucallpa.



Los destinos finales del carbón

Según Freddy Lolay, propietario de Maderera Lolay, entrevistado por el programa Beto a Saber en noviembre de 2018, su producción abastecía de 300 toneladas mensuales de carbón, principalmente a pollerías como Rockys o Norkys, en Lima. Lolay empleaba a 24 personas. Lolay negó que su carbonería emplease niños, las imágenes del reportaje lo desmintieron. “Estamos trabajando, estamos dando trabajo a la gente”, refirió Lolay.

Conversamos con la administradora de la Carbonería Katty, que distribuye carbón de shihuahuaco y su “selva especial” a distintas pollerías en Lima, y en el distrito de Lurín. Este negocio distribuye carbón desde su local en Villa San Carlos, en Ate.

Entre los restaurantes que mencionó como sus clientes estaban Pollerías Tito, Las Tinajas y Norky´s, además de otros varios, más pequeños por todo Lima. Esto fue lo que nos dijo:

… vendo carbón de shihuahuaco y especial. El especial es el Selva Especial, que tiene mezclas de (madera de) yacushapana, capirona y uno que es hermano del shihuahuaco. El de shihuahuaco es especial para pollerías porque no salpica y tiene bastante fuerza… Hay mucha gente que está vendiendo gato por liebre mezclando shihuahuaco con otras maderas, porque como a veces se les agota, lo venden mezclado y ese carbón humea, se consume rápido. Yo sí le vendo shihuahuaco puro. Yo le traigo el carbón a Lima sin tener ningún problema y se lo dejo en su local… también entrego boleta, pero si quiere factura, le cargo el IGV.


Dos problemas de díficil solución para el Estado: la tala ilegal y el trabajo infantil

La tala ilegal es un problema reconocido por las autoridades forestales y por varias entidades del Gobierno Regional de Ucayali y del Gobierno Central. Juntas, estas instituciones han formado la Mesa Regional de Control y Vigilancia Forestal y de Fauna Silvestre de Ucayali. Esta mesa no tiene en agenda los casos de contaminación por el negocio de las carbonerías ni investiga la procedencia de la madera, insumo de estos negocios informales.

Nos comunicamos con Tatiana Espinoza, fundadora de Arbio, una organización que trabaja por la conservación de los bosques amazónicos, y en particular del shihuahuaco.

El shihuahuaco se caracteriza porque es de las pocas especies de arboles emergentes (emergen por encima de la copa de los demás), por encima de los 45 hasta 60 metros de altura. Estos arboles cumplen funciones muy importantes en el ecosistema, como lugar de anidación de aves rapaces como el águila arpía, que está amenazada y en la lista de UICN. Se trata del águila más grande que hay en América. Aquí en Perú estamos cortando shihuahuacos que tienen más de 1000 años de edad. Son árboles que requieren 700 años para alcanzar un metro de diámetro, 300 años para que el árbol alcance la talla mínima de corte, que es de 51 cm.

Se puede cumplir con la ley, pero aun así no se asegura la supervivencia de la especie. No es sostenible cortarlos, porque no se van a reponer en el corto plazo. No estamos haciendo ningún manejo sostenible de nuestros recursos forestales.

Con ella coincide un estudio de Marc Dourojeanni: Una nueva política para los bosques del Perú (Cámara Nacional Forestal, 2022), en el que se cita textualmente:

“La legislación actual ha transferido el manejo forestal a los concesionarios que aplican pautas de manejo que, aunque fueran cabalmente aplicadas, no asegurarían la sostenibilidad ni, por ende, los servicios ecosistémicos. Ni los DMC (diámetros mínimos de corte) o la duración de los ciclos son suficientes para asegurar la reposición del recurso.”

El tema del trabajo infantil reunió a diferentes entidades de la región. En marzo del 2021 se formó la Comisión de Trabajo Infantil, con el objetivo de prevenir y erradicar esta problemática en la región Ucayali. En ella participan el Gobierno Regional de Ucayali a través de la Dirección Regional de Trabajo y Promoción del Empleo, junto con la Dirección Regional de Educación, Poder Judicial, Policía Nacional del Perú, Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Ucayali, Unidad de Protección Especializada y la asistencia de instituciones privadas. El 10 de marzo del 2022 se aprobó el Plan de Trabajo de la Comisión.

A inicios de 2019, cuando entrevistamos a Kathia Romero, de la oficina de derechos fundamentales del Ministerio de Trabajo, contó que visitó la zona en noviembre del año anterior, y habló con las familias. La producción de carbón en Manantay es una actividad que requiere muy poca inversión y que entrega a las familias una rentabilidad neta de entre 1000 y 1200 soles mensuales. Los pagos que reciben por el carbón suelen ser inmediatos, de allí su atractivo para las familias, que pueden emplearse en esta actividad y recibir a cambio algo de dinero en efectivo cada vez que lo necesiten.

Son familias viviendo en la pobreza y la extrema pobreza, con poca capacidad de ahorro y sin ningún tipo de acceso al mercado formal de crédito. Muchos de ellos viven cerca a las carbonerías, por lo que la exposición a los humos del carbón, aunque en menor medida en sus hogares, es constante. Dice Romero:

“Las condiciones de trabajo de esas personas en la informalidad están promovidas y sostenidas por otros agentes poco visibles […]Dependen de la compra de los residuos de la madera a un proveedor, que muchas veces ese proveedor es el que les da el espacio para instalar los hornos.”

A pesar de los esfuerzos por contactar a los miembros de esta comisión para obtener información respecto a cuáles eran las acciones a tomar por el caso de las carbonerías, ninguna de las entidades consultadas dio razón, señalando a SUNAFIL Ucayali como la responsable del tema. Llamamos infructuosamente a esta entidad y nadie dio razón de quién era el responsable de atender el asunto.

Un negocio que se soporta en la pobreza

Lima, capital del Perú, tiene más de 8,000 restaurantes de pollo a la brasa según la Asociación Peruana de Avicultura. Hay otras 5,000 distribuidas a lo largo del país. No encontramos un dato actualizado de los restaurantes campestres y de parrillas que se surten de carbón, pero no son solo los negocios de comida los que usan carbón para su funcionamiento. En general, la leña, el bagazo y el carbón vegetal proveen del 11.8% de la energía que se consume en el Perú. Una vuelta por los mercados en Iquitos, Pucallpa y otras ciudades amazónicas nos dará una idea de la importancia del carbón para el consumo doméstico.

La viabilidad del negocio del pollo a la brasa no solo depende, obviamente, del precio del pollo, sino del combustible vegetal que le da ese sabor tan peruano, tan incomparable.

Sin embargo, el impacto de este negocio sobre la vida de las personas que participan en la producción de carbón es muy significativo. Exigir mejores estándares de producción ayudaría a reducir la contaminación y darle a las familias productoras, una mejor calidad de vida.

La pregunta entonces se cae de madura. ¿Está usted dispuesto a exigir el precio de un pollo a la brasa cocinado con carbón certificado? ¿Hacer que con su consumo mejore la vida de la gente y la conservación de los bosques?