Por Ivan Brehaut, con el apoyo de Victoria Carlos, Susy Díaz, Manuel Díaz, Jelter Meers y Kuang Keng.
Mientras que en Loreto, un grupo de activistas vinculados a grupos empresariales de hidrocarburos y madereros reclaman la derogación de la Ley PIACI que protege a los indígenas en aislamiento y contacto inicial, en Ucayali, los últimos Iskonawa, población en contacto inicial, libran una batalla por sus derechos, por su territorio, por su supervivencia.
¿Puede venderse la totalidad del área titulada de una comunidad nativa, a pesar de que los moradores no hayan participado de esa decisión? Pues, parece que sí. Los terrenos completos de la comunidad nativa Chachibai, es decir, más de 20,000 hectáreas, están a la venta. La decisión de la venta fue tomada por la asamblea comunal, presidida por el shipibo Arturo Mori Guimaraes y apoyada por toda su junta.
La decisión de la venta fue unánime, sin embargo, hay un detalle extraño. Chachibai es una comunidad Iskonawa y Shipiba, así está identificada en los registros del Ministerio de Desarrollo Agrario y en la base de datos del Ministerio de Cultura. Pero en el padrón comunal solo está inscrito un indígena Iskonawa, es más, no está registrado casi ninguno de los pobladores que residen en la comunidad desde antes de su titulación.
Efectivamente, de acuerdo al padrón comunal, apenas dos de los pobladores que durante más de 20 años viven en Chachibai son formalmente parte de la comunidad. El libro padrón, el libro de actas y todos los documentos de la comunidad están en manos de la familia Mori Guimaraes. Esta familia, mediante argucias legales, se ha perennizado en la presidencia de la comunidad y niega toda oportunidad de participación, todo derecho, a los Iskonawa, quienes son los legítimos dueños de las tierras.
Todo empezó con los bosques
Las irregularidades en el manejo de los recursos de la comunidad nativa Chachibai se remontan a los primeros años luego de la titulación de las tierras comunales, ocurrido el año 2007, mediante D.R.S. 132-2007-GRU-P-DRSAU. Desde que Arturo Mori y su familia se hicieron del control de la comunidad, se empezó a negociar la madera de Chachibai con empresas forestales.
El 7 de mayo de 2008, la comunidad firma un contrato de exclusividad para la compra de madera con la empresa N & H SRL, de propiedad de los hermanos Weller y José Manuel Noriega. La empresa se compromete a pagar un adelanto de 100 mil soles (unos $27,000 dólares actuales), los cuales podrían ser en depósito bancario o en efectivo. De acuerdo al documento, se pagaron 25 mil soles a la firma del contrato. Una particularidad del contrato es que Chachibai estaba obligada a poner el personal para la reforestación y enriquecimiento del bosque a su costo. Ese mismo día, la comunidad presenta ante la autoridad forestal de Ucayali una solicitud para el aprovechamiento maderable.
El mismo 7 de mayo, los directivos de la comunidad firmaron un contrato con la empresa N & H SRL, reconociendo la obligación de pago por 104,266.85 soles (unos $27,000 dólares actuales). Estos serían los gastos en que habría incurrido la empresa para lograr la titulación de la comunidad, y que se pagarían con el producto de la extracción forestal en tres años (2008-2010). En este contrato, la empresa renuncia al cobro de intereses.
El 18 de agosto del 2008, la directiva firma un nuevo contrato de usufructo y superficie con la empresa N & H SRL, según consta en el libro de actas de la comunidad. El acuerdo otorga derechos a la empresa sobre todo el territorio comunal para que pueda desarrollar extracción forestal durante 15 años y se aclara que N & H SRL podrá ceder el contrato a cualquier otra empresa, solo con una comunicación notarial. La comunidad debería recibir como pago 20,000 soles anuales.
Una vez más, el mismo día de la firma del documento mencionado, se suscribió una adenda al contrato en la que se hacen modificaciones sustanciales de los términos, en las que la comunidad asume mayores responsabilidades. Pero, una inclusión importante en la cláusula octava de la adenda: ante cualquier incumplimiento, la comunidad debería pagarle a la empresa N & H SRL un millón de soles. Las firmas de Arturo Mori Guimaraes, como jefe de la comunidad y de Antonio Mori Guimaraes como tesorero así como la del secretario y el subjefe figuran en el documento, así como en todos los anteriores.
El aprovechamiento de maderas de la comunidad hasta esas fechas era bastante abultado. Como referencia, solo en el año 2010 el valor estimado de madera extraída de la especie Tornillo (Cedrelinga catenaeformis) alcanzaría los 2.2 millones de soles y en el 2013 superaría los 800,000 soles, al valor de mercado de la madera en esos años. Para esos mismos años, la comunidad debió recibir, según contrato, 1 sol por pie tablar. Es decir, el 2010 Chachibai debió recibir 368,685 soles y el 2013 alrededor de 122,047 soles. Weller Noriega da razón de los montos hasta el 2012.
“Arturo pedía constantemente adelantos de la plata. Como empresa no podíamos atender esos pedidos no planificados. Nosotros como empresa estábamos a cargo ya de nuestra propia concesión y decidimos dejar de trabajar en la comunidad, no podíamos atender tantas demandas de dinero. En esos años, tratamos de que los Iskonawa se reconciliaran con la familia Mori, pero no sé si eso se haya logrado. Nosotros no intervinimos en los líos internos de la comunidad”, señala Noriega. Además, Weller Noriega agrega: “nosotros sí le entregamos dinero a los Iskonawa, quizá no en la cantidad que les correspondía, pero lo hicimos. Tratamos de ser una empresa responsable”. Según Noriega, en esos años algunos miembros de la familia Mori aún vivían en Chachibai, pero se iban moviendo a radicar en Pucallpa, en busca de mejores oportunidades para sus hijos.
Para julio del 2013, la directiva de Chachibai, ahora encabezada por Rusber Mori Guimaraes, hermano de Arturo Mori, suscribe un contrato con la empresa Flor de Ucayali, gerenciada por Eliseo Picón Beteta.
La empresa modifica los precios, poniendo el pie tablar de todas las maderas a 60 centavos de sol, aun cuando la madera más extraída y preciada de la comunidad era el tornillo, que antes se pagaba a 1 sol el pie tablar. A su vez, acuerdan que la empresa aporte 65,000 soles por el contrato, recibiendo 15,000 soles al momento de la suscripción y también que, al finalizar la extracción del periodo 2014, la empresa entregaría 20,000 soles adicionales como indemnización por cualquier daño.
No se tiene información de por qué este acuerdo terminó, sin embargo, durante el 2014 y 2015, fechas en las que la empresa Flor de Ucayali SAC operó en Chachibai, la comunidad fue multada por el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre - OSINFOR, como se aprecia en la resolución final del año 2017.
Para el 14 de agosto del 2019, Arturo Mori Guimaraes, otra vez presidente de la comunidad, propone a la asamblea, la venta total del territorio comunal. Las razones esgrimidas por Mori fueron el abandono del Estado, la minería ilegal y el narcotráfico que amenazaban su territorio. Para realizar los trámites de venta, la asamblea autoriza al comunero Bilberto Mori Sánchez.
Al parecer, las gestiones de venta no fueron exitosas. El 21 de abril de 2021, el nuevo jefe de la comunidad, Lener Mori Reátegui, en casa del señor Bilberto Mori Sánchez, recibió la suma de 15 mil soles de Forestal E & F, una empresa creada en 2020 y gerenciada por Isidro Kawajigashi Espinoza.
El 26 de agosto de 2021, Lener Mori Reátegui, en calidad de presidente de la comunidad, se reúne con los representantes de N & H SRL. En la reunión, Lener Mori compromete a Chachibai al pago de hasta 200,000 soles por la deuda contraída inicialmente con la empresa por la titulación de la comunidad. Sin embargo, Weller Noriega, como representante de N & H SRL, indica que la empresa mantiene toda la voluntad de poder concluir con el contrato vigente.
Línea de Tiempo
Los Iskonawa
Actualmente, los Iskonawa, ya agrupados en la Organización para el Desarrollo y el Bien Común del Pueblo Iskonawa (ODEBPI), han tomado la decisión de abandonar la pasividad del reclamo. Años apelando a las antiguas juntas directivas de ORAU, de FECONAU, de hablar con autoridades, solo les han dejado sinsabores.
En diálogo con la líder comunal Ruth Rodriguez Campos, ella menciona “Tenemos la sensación de que no les importamos a nadie, más que a un par de aliados, académicos y periodistas que alguna vez se acercaron a nosotros. Estamos cansados de ser objetos de estudio. Estamos cansados del rechazo, del desprecio, de que nos insulten. Para nosotros, eso se acabó”.
De acuerdo a otros líderes del pueblo Iskonawa, los hermanos William y Félix Ochavano, Gessica Pérez y otros comuneros entrevistados, el Consejo Directivo de la comunidad no realiza la convocatoria para el desarrollo de las asambleas generales a pesar que ellos son comuneros viviendo en la comunidad. Ellos no son convocados nunca a participar de las asambleas que supuestamente se desarrollan. De acuerdo a su testimonio, es falso que se hayan realizado asambleas generales ya que los integrantes del Consejo Directivo desde hace mucho tiempo no realizan ninguna asamblea general, es decir, que estarían falseando información.
Una evidencia de ello es la denuncia por falsificación de firmas que fue presentada en el año 2019 por los comuneros Luisa Díaz Maynas y Carlos Ochavano Guimaraes contra el señor Arturo Mori Guimaraes. Dicha denuncia se encuentra en la Primera Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Coronel Portillo.
Los pobladores Iskonawa han iniciado una demanda para retomar el control de su comunidad. Los Iskonawa de Chachibai y algunos shipibos que viven ahí, demandan que se depure el padrón comunal, incluyéndolos y eliminando a la gente que de manera irregular ha sido incluida como comuneros sin que jamás hayan vivido en la comunidad. Como prueba de ello, los comuneros han presentado un padrón depurado, constatado en campo por un juez de paz que ellos mismos han llevado a la comunidad para que pueda comprobar, directamente en el campo, quiénes residen realmente en Chachibai.
En estos momentos, el 3°Juzgado de Paz Letrado - Sede Manco Capac, presidido por la Jueza Nery Vanessa Sosa Navarro, analiza el expediente 00190-2022-0-2402-JP-CI-03. En este caso, se solicita a la jueza que ordene la convocatoria a Asamblea General en Chachibai para la inclusión en el libro padrón a los comuneros de la Comunidad Nativa, y como pretensión accesoria, solicitan la exclusión de comuneros por incurrir en causales establecidas en el estatuto de la comunidad, la remoción de los integrantes del consejo directivo y la elección de los nuevos integrantes así como el otorgamiento de facultades para inscripción de registros públicos a los integrantes electos del nuevo consejo directivo, conforme se señala en la demanda principal.
Los Iskonawa han acudido al Ministerio de Cultura para recibir el apoyo que les corresponde como pueblo en contacto inicial. Lamentablemente, hace más de dos meses que esperan, al menos, una carta de respuesta.
Represalias
Ante la demanda de los pobladores de Chachibai, las reacciones del presidente de la comunidad no se han hecho esperar. Descubierta la situación de abuso de parte de la familia Mori Guimaraes contra la población Iskonawa, la actual directiva de FECONAU ha cuestionado su accionar. Como respuesta, Lener Mori decidió la desafiliación de Chachibai de la federación.
Adicionalmente, se han planteado denuncias contra varios de los Iskonawa, imputándoles el delito de cultivos ilegales y tala ilegal, los cuales estarían ocurriendo dentro de las tierras comunales. Sin embargo, las pruebas de dichas denuncias se sustentan en evidencias falsas como fotos de deforestación en el sector de Quebrada Negra, donde hace años Hilder Pérez (ver reportaje anterior) intentaba invadir la comunidad.
Lener Mori y su tío, Medardo Mori, denunciaron a los comuneros de Chachibai por tala ilegal, ya que en acuerdo comunal, los comuneros decidieron extraer madera de sus chacras para reconstruir sus casas y reparar la precaria escuela que esperan poner en funcionamiento en la comunidad. El caso está en la Primera Fiscalía Provincial Corporativa Especializada en Materia Ambiental de Ucayali con número de caso 3006015201-2022-106-0.
Felix Ochavano y William Ochavano, líderes de la Asociación Iskonawa se refieren a las denuncias de la siguiente manera: “Son artimañas. Ellos están acostumbrados a salirse con la suya, que nadie les diga nada de sus malos manejos. Por eso ahora nos denuncian. Están que ya no pueden seguir tapando todos sus abusos y robos…”
A pesar de los esfuerzos por comunicarnos con Lener y Arturo Mori, no pudimos obtener respuestas a nuestros llamados. Sin embargo, Lener Mori, a nombre de la directiva de Chachibai que él preside, publicó en Facebook el 9 de septiembre un comunicado negando la venta de la comunidad y acusando a los Iskonawa de invadir el territorio de Chachibai para extraer ilegalmente madera y sembrar coca. Adicionalmente, dice en el comunicado “condenamos la actitud desesperada de los ejecutivos de AIDER (una ONG local), en suscribir un Acta de Compromiso para créditos de carbono, supuestamente con el subjefe de la comunidad, William Ochavano, quien no tiene representación legal de la comunidad, celebrado el 4 de marzo del 2022…”
De acuerdo a la versión de Ochavano y las indagaciones realizadas con otras comunidades, la reunión del 4 de marzo fue una reunión informativa organizada por AIDER, en la cual no se llegó a ningún acuerdo. Solo se firmaron listas de asistencia.
Una historia de abusos
La historia de los Iskonawa es probablemente una de las más dolorosas de la Amazonía peruana. Desde el primer contacto, ocurrido en 1959, los abusos cometidos contra ellos no han cesado. Desde antes del contacto definitivo, donde misioneros de la South American Mission (SAM) tomaron contacto con los Iskonawa que se habían acercado a la cuenca del río Callería, cercano al Cerro El Cono, los Iskonahua estaban ya conscientes del peligro del contacto con otros grupos. Sabían de los mestizos, de quienes sospechaban que querían matarlos, habían sido enfrentados y expulsados por los petroleros brasileños a punta de perdigones y balazos. Al parecer, habrían conocido a los caucheros y luego de una breve temporada huyeron de los abusos. También tenían conflictos constantes con otros grupos del norte de Sierra del Divisor, posiblemente los llamados Remo, conocidos desde dos siglos atrás.
Sin embargo, los Iskonahua, liderados por Chachi Bai, presintiendo la inminencia de ser dominados por los mestizos o aniquilados por los otros grupos rivales, prefieren irse con los misioneros, quienes los llevaron a una base militar donde permanecieron algunos meses, quizá uno o dos años. Las enfermedades de su población no tardaron en cebarse con sus cuerpos. La muerte de muchos de ellos fue diezmando a los recién contactados. Los misioneros salieron del país con la promesa de regresar. La cumplieron tres años después cuando los Iskonawa, desesperanzados, se habían retirado a un pueblo llamado Jerusalem. Los prejuicios de los Shipibo contra los Iskonawa, a quienes llamaban “calatos” y “salvajes”, motivó una diáspora en la que los pocos Iskonawa se alejaron yéndose a Pucallpa, y otros volvieron a la cuenca de donde fueron extraídos, Callería.
Los relatos de abusos, en que los Shipibo no les permitían hablar su lengua, que no les permitían construir sus propias casas, los obligó a mimetizarse con ellos, a dejar de lado su cultura con tal de obtener el derecho a vivir en paz en la comunidad nativa Callería. Con los años, cansados del maltrato, deciden mudarse más adentro, tratar de tener su propia comunidad a la cual nombran Chachibai. Chachibai iba a ser, pues, el último refugio de los Iskonawa. En pleno proceso de reconocimiento y titulación de la comunidad, unos Shipibo que los asesoraban en los trámites para titularse, ofrecen encargarse de todo el proceso. Así, la comunidad pasó de ser la tierra de los Iskonawas a convertirse en una comunidad Shipibo - Iskonawa.
En opinión de Carolina Rodriguez, antropóloga y lingüista, especializada en el pueblo Iskonawa, “Lo que vemos es una continuidad de la vulneración de los derechos de los pueblos indígenas, a los cuales se les despoja de territorio, del cual depende también su identidad”. “Trabajar con los Iskonawa es una labor compleja, a veces agotadora. Vencer años de desconfianza es muy difícil”, relata.
Por su parte, Roberto Zariquiey, también lingüista peruano y uno de los principales gestores de la recuperación de la lengua Iskonawa, indica que “en realidad, lo que está ocurriendo con Chachibai es un capítulo más en una larga lista de vejaciones y abusos a los que los iskonawa han sido expuestos en los últimos años. Desde su contacto inicial en 1959, los iskonawa no han podido tomar decisiones sobre su futuro y no han tenido la oportunidad de construir su historia como pueblo. Misioneros, mestizos, agentes del Estado y actores de otros pueblos han tomado decisiones sobre dónde y cómo deberían vivir. Incluso, han negado su existencia. Cuando empiezan a organizarse como pueblo y a relacionarse con el territorio que el Estado les ha otorgado, nuevamente surge alguien que decide por ellos, esta vez quebrantando la ley y violando abiertamente derechos reconocidos por la ley”.
Desde hace algunos meses, Roberto Zariquiey, junto con otros voluntarios, entre ellos la Asociación ProPurús, desarrollan con los niños Iskonawa de Callería la Escuelita Iskonawa, un esfuerzo para seguir fortaleciendo una lengua, una cultura, que estuvo a punto de perderse para siempre. Ahora, una nueva generación de niños aprende las tradiciones y las palabras con las que se define el mundo, el reino selvático de los Iskonawa.
“Frente a esto, el pueblo iskonawa continua su camino para reafirmar su lengua y su cultura. Su organización promueve diversos proyectos en esa línea. Uno de ellos es la Escuelita Iskonawa, núcleo de revitalización lingüística y cultural del pueblo iskonawa. La escuelita es una fiesta a la que todos y todas están invitados. Los iskonawa han abierto las puertas de la escuelita a los niños y niñas shipibo de Callería, promoviendo una verdadera interculturalidad, alejada de cualquier chauvinismo. La mayoría de Iskonawas tienen sangre shipibo corriendo por sus venas y ellos son conscientes de esa herencia, a la que tratan con respeto y afecto. Es lo que esperan de sus hermanos shipibo, respeto y afecto. Lo acontecido en Chachi Bai genera dolor y discordia, pero los Iskonawa seguirán luchando por sus derechos y por su vida”, finaliza Zariquiey.
Para Félix Ochavano Rodríguez, presidente de la ODEBPI, “la asociación tiene el objetivo de dar representatividad, justamente para eso se ha conformado, eso también es para defender nuestros derechos indígenas… queremos nuestro territorio propio, porque los Iskonawa aparte de Chachibai, históricamente hemos caminado bastante, también para que el Estado peruano nos pueda incluir en los asuntos de la Reserva Indígena y ser partícipes en el cuidado de nuestros familiares que siguen viviendo en el monte, porque hay algunos que siguen en el monte todavía, porque queremos conservar nuestra cultura. Porque otros y diferentes antropólogos han venido a investigar han sacado mucho dinero, aparte de su título que tienen no solo en el país, se han llevado mucha información por eso más que todo es para defender nuestro conocimiento, la artesanía… Porque necesitamos ser un pueblo reconocido, socialmente, culturalmente y económicamente. Queremos proteger nuestros recursos y recuperar nuestro legado.”
Sin embargo, aun cuando el futuro visto en las sonrisas de los niños es brillante, quedan importantes acciones que realizar. En estos momentos, el Poder Judicial de Ucayali tiene en sus manos la decisión de perpetuar el abuso histórico o, por fin, reconocer lo que es de justicia para el pueblo Iskonawa, los hijos del paucar.
Esta investigación fue producida en alianza con la Red de Investigación de Bosques Tropicales (Rainforest Investigations Network) del Pulitzer Center.