En la primera entrega de esta serie, planteamos varias preguntas en relación a la expansión del narcotráfico en Ucayali y sobre la deforestación que viene como consecuencia. Como referimos, existe una coincidencia entre los mapas de deforestación, carreteras forestales y narcotráfico, todos factores que condicionan la existencia de diversas vulneraciones a los derechos y a la vida de los pueblos indígenas.
Varios lectores nos han preguntado desde cuándo y cómo se originó este fenómeno de ilegalidad, destrucción y violencia. Algunas autoridades se muestran escépticas en relación a lo que los mapas desarrollados por ORAU, ProPurús y DAR claramente muestran. Lo que la investigación desarrollada ha encontrado es el resultado de procesos antiguos, que se viene intensificando con este nuevo auge del narcotráfico en el mundo.
Para acercarse a este proceso en Ucayali hay que remontarse a los años 80, cuando se daba el primer boom del narcotráfico en el país. Según Jaime Antezana, investigador especializado en narcotráfico y violencia política, entre 1984 y 1994 se da el primer boom de la coca, que implica su expansión sin precedentes en la selva peruana, teniendo como marco la alianza entre cárteles de la coca colombiana, varios narcos peruanos y los movimientos terroristas.
Las provincias de Coronel Portillo y Padre Abad fueron en un momento las más afectadas por la violencia terrorista de Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). En esos mismos años, se daba el desplazamiento del narcotráfico desde el valle del Huallaga hacia Ucayali, causado por las acciones de control y erradicación de los cultivos ilegales de coca ejecutados por el Estado Peruano a fines de la década del 80. Como es conocido, ambos movimientos terroristas veían en el narcotráfico una forma de financiar sus operaciones, lo que con el tiempo ha quedado demostrado por la forma como SL se transformó fundamentalmente en un grupo asalariado de los narcos del VRAEM.
Varias firmas de narcotraficantes se asentaron en Ucayali, lo que legitimó el negocio de la droga, trayendo consigo a SL que desde esos momentos ya tenía una estrecha relación con los narcos. La principal zona de control de SL estuvo en la provincia de Padre Abad pero prontamente extendería su control sobre otras importantes zonas en el río Ucayali, principalmente en el distrito de Masisea, provincia de Coronel Portillo.
Los documentos del informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación señalan claramente estos procesos: entre los años 1980 y 1990 la superficie de la hoja de coca se extendió hacia áreas dedicadas a diversos cultivos agrícolas y a zonas poco exploradas de Ucayali. Ante este crecimiento de la producción de coca, el Estado intentó, durante toda la década de los 80, varias acciones para reprimir su producción o alentar los programas de sustitución de cultivos. Ambas acciones sólo aumentaron la imagen negativa que ya tenían los productores cocaleros sobre el Estado, quienes ya habían adquirido una preponderancia social en Ucayali. Hay que recordar que a finales de los 80, la hiperinflación había estallado en el Perú, lo que ocasionó el abandono del campesinado por el gobierno aprista de ese momento, haciendo más fértil el terreno para el terrorismo y el narcotráfico. El discurso de SL, ya arraigado en Padre Abad, era abiertamente pro cocalero. El MRTA no pudo usar ese discurso y finalmente fue desapareciendo de Ucayali, mientras SL se fortalecía.
Como se relata, cuando el negocio de la droga se trasladó al río Ucayali, SL también llegó y desalojó al MRTA de esa zona quedándose con todos los beneficios que traía el comercio de droga. Desde esos años, se reportaron cultivos de coca en los caseríos ubicados en el río Tamaya y en las riberas de los ríos Suaya, Butsaya y Noaya. Igualmente, se sembraría coca en las comunidades y caseríos del Lago Imiría, en Masisea. Las quebradas Caco, Macaya, Amaquiría y Pomayacu eran ya conocidas en esa época, inicios de los 90, como zonas de alta producción cocalera.
Acabada la subversión en Ucayali y con la baja de los precios internacionales de la cocaína, se produjo una fuerte reducción de los cultivos de coca en la región. Los esfuerzos de erradicación de cultivos a finales de los 90 e inicios del nuevo milenio dieron sus frutos. Antezana y otras fuentes consultadas detallan que entre 1998 y el 2006 el negocio cocalero se recompone con la participación de carteles cocaleros mejicanos, lo que impulsa de nuevo el crecimiento del cultivo de coca en diversos valles de nuestra selva, como son el Napo y Putumayo en Loreto, Palcazú en Pasco, Jaén en Cajamarca, y Masisea y Atalaya en Ucayali. Las afirmaciones de Antezana son coincidentes con los testimonios recogidos en campo de parte de agricultores e indígenas, quienes señalan que ya a inicios del 2000 el negocio se recuperaba. Exfuncionarios que participaban de las exploraciones petroleras en la zona del Sheshea, distrito de Tahuanía, y que prefieren la reserva de sus nombres, dan cuenta de zonas cultivadas con coca que se fueron expandiendo lentamente por varios años.
Para el 2013, Jaime Antezana alertaba que Curimaná, Nueva Requena, Campo Verde, Callería, y Masisea eran zonas que habían recuperado la importancia que tuvieron antes de la erradicación de los cultivos ilícitos. Atalaya y Tahuanía se ven ya como zonas de expansión para el narcotráfico. En ese mismo año, los reportes de la oenegé Capital Humano y Social Alternativo (CHSA), dan cuenta de la existencia de tráfico de personas vinculado al narcotráfico en Ucayali.
Pero quizá la evidencia más relevante del crecimiento del narcotráfico en esta región es aportada por los propios reportes del Estado Peruano y las agencias de cooperación internacional. En el 2017, los reportes oficiales indicaban que la cuenca del río Tamaya, distrito de Masisea, era una zona de tránsito de drogas, lo mismo que la cuenca del Abujao, pero no los menciona como zonas productoras. Sin embargo, durante el proceso de creación del Área de Conservación Regional Alto Tamaya Abujao, los consultores a cargo de la elaboración de los expedientes técnicos hallaron sendas zonas cultivadas por cocales. Testimonios de líderes indígenas que habitaban la zona en esas épocas, especialmente en la zona de Butsaya entre finales de los 90 y el 2015 indican que nunca se dejó de cultivar coca en esas zonas y que actualmente, aunque opacado por el crecimiento en otras localidades contiguas, el cultivo prospera, ya por décadas. "Esto no es nuevo... son décadas de desastre..." nos señala uno de los líderes informantes.
El mapa que se muestra a continuación muestra la zona del Butsaya en el 2017, año del último reporte publicado por DEVIDA - UNODC. Como puede apreciarse, incluso al sur de esta zona ya existía una pista clandestina, pero en el mapa oficial (esquina superior derecha de la imagen) esto no es reportado. Puede verse también como el 2018, la zona está más afectada por deforestación.
Tal y como ocurre en estos momentos, los mapas oficiales no mostraban la existencia de esos cultivos y ni había mayores registros de cultivos de coca en esa parte de la región, como puede revisarse en el reporte de UNODC - DEVIDA del año 2017, publicado el 2018.
Las imágenes de satélite del año 2017, analizadas especialmente para esta serie, muestran la existencia de pistas en Tahuanía y la aparición de extensas zonas deforestadas. Sin poder hacer una verificación de campo luego de tantos años, cuando menos la duda razonable de la existencia de cultivos de coca en estas zonas es evidente, si es que no queremos darle oídos a los testimonios recogidos de indígenas, técnicos e ingenieros y así como a exautoridades locales.
En la siguiente imagen, también se observa lo obvio. Los reportes de DEVIDA - UNODC indica que la zona del Abujao era de tránsito, reportada por la DIRANDRO desde el año 2013. Sin embargo, en el reporte oficial tampoco se muestra lo que ocurría apenas unos kilómetros más allá. La existencia de zonas con coca reportadas oficialmente contrasta con la imagen de satélite, que muestra muchas más zonas deforestadas. Según los testimonios locales, muchas de estas serían cocales. Como en la imagen anterior, el crecimiento del 2017 al 2018 es notorio.
Hay, aparentemente, dos motivos para la omisión de esta importante información. Al revisar nuevamente el reporte anual del año 2017, el último publicado por UNODC - DEVIDA, el mosaico de imágenes de satélite que usan está restringido a algunas zonas de Coronel Portillo y Padre Abad, o sea, no se habría analizado la totalidad del área de estas provincias. Tampoco se usó la cobertura satelital existente para revisar lo que ocurría en Atalaya o Purús, dejando una extensa área de la región Ucayali fuera del monitoreo de cultivos. Un segundo motivo probable es que los reportes de campo, proporcionados por las fuerzas del orden y también por la prensa no hayan sido tomados en cuenta para la elaboración de los reportes de monitoreo anual.
Al realizar la consulta con especialistas en Sistemas de Información Geográfica y manejo de imágenes satelitales, como Carla Limas de ProPurús, o Dennis Verde, especialista en catastro y SIG de la empresa TEAMB SAC, estos señalan que este crecimiento del narcotráfico era fácilmente detectable con la interpretación de las imágenes de satélite de los años 2015 en adelante, ya que muestran con claridad lo que nuestra nota anterior señalaba. Al respecto, Dennis Verde señala que “hay muchas zonas dentro de Bosques de Producción Permanente o sectores catastrales que mantienen su actividad cocalera y otras que siempre están en expansión… en nuestras visitas a campo por Curimaná, Padre Abad, Irazola, Huipoca, Nueva Requena y Callería, hemos visto plantaciones de coca en diversos estadios fenológicos… la coca se ha venido expandiendo por todos lados”.
Ya sea por temas metodológicos o por falta de coordinación o compilación de información, no se está registrando la evidente expansión del narcotráfico en Ucayali. Esta expansión se ha dado también en la provincia de Contamana, Loreto, de acuerdo a los testimonios de pobladores de esa localidad.
Los costos sociales y ambientales de estas omisiones son enormes para la región, para los pueblos indígenas y para el país en su conjunto. La violencia contra líderes indígenas y la continua deforestación parecen ir en continuo aumento. Los defensores indígenas vienen siendo acallados, amenazados y algunos asesinados.
La expansión de los cultivos de coca ha sido constante en estos años, al igual que la extensión de los caminos forestales. ¿Hay una relación entre estos? La investigación desarrollada muestra claramente que sí existe una correlación muy cercana. Es momento de darle una mirada nueva al modelo de desarrollo forestal y al fomento de caminos agropecuarios en zonas de alto riesgo de narcotráfico, no solo en Ucayali, sino en todo el resto de nuestra Amazonía. Los bosques y la vida de quienes los habitan están en alto riesgo.