Maria Elena Del Solar, investigadora, hace un alto en sus escritos y su inquieto quehacer para compartir un poco de su conocimiento y pasión: la cultura material indígena de nuestra Amazonía. Cultura, tradición y conservación van de la mano. Aquí la entrevista:

¿Cómo te iniciaste en el estudio de los tejidos?

Mi interés por los tejidos viene de mucho tiempo atrás, durante las salidas de campo es inevitable encontrarse con una gran diversidad de comunidades dedicadas a estas labores -además de a sus actividades acostumbradas- destinadas tanto a cubrir las necesidades de la familia como a su comercialización. Imposible no detenerme a mirar los procesos de producción, tratando de entender las diferencias y especificidades entre la diversidad de espacios, geográfica y culturalmente distintos, y de indagar por el sistema de conocimientos tradicionales, asociados a textiles etnográficos o a procesos de cambio de gran dinamismo cultural. Más adelante me vinculé profesionalmente a instituciones del Estado y privadas, del Perú y del extranjero, donde tuve la oportunidad de desarrollar diversas experiencias que me permitieron enriquecer, profundizar y sistematizar un cuerpo de información consistente sobre la complejidad del patrimonio textil peruano.

Y bueno, siempre está presente el referente familiar del tejido a palitos, mi abuela y mi madre tejían, yo también, claro que nada espectacular pero lo suficiente como para sentirme orgullosa cuando mis hijos de niños llevaban alguna prenda tejida por mí. Hoy disfruto del tejido en telar de cintura en que trabajo técnicas sencillas. Lo fui aprendiendo de tanto mirar a las tejedoras y como una necesidad para entender en la práctica misma las diversas técnicas y maneras de hacer. Hay un tiempo tranquilo, casi hipnótico, de concentración con los hilos, un espacio de mujeres, de contacto con una misma, que yo valoro especialmente.

¿Qué tan importantes son los textiles como elemento cultural de un pueblo? ¿Los diseños, el proceso de elaboración tiene un significado cultural?

Los textiles expresan la identidad cultural distintiva de cada pueblo, que es representada no solamente en la tecnología constructiva de la tela y en el patrón decorativo, sino que involucra todo un sistema cultural que implica a las formas de transmisión del conocimiento, las maneras de montar el telar, de contar los hilos, de construir los diseños, la tradición oral en los cánticos rituales vinculados a la memoria del saber tejer, el conocimiento de las especies tintóreas, el simbolismo de los diseños, los usos y funciones de la prenda, los acuerdos del grupo, y más. El Perú guarda una diversidad y riqueza extraordinarias en materia de expresiones textiles, recreadas a lo largo de la historia y distribuidas por todo el territorio, que configuran tradiciones regionales claramente definidas que contribuyen a entender a las sociedades que allí habitan.

maria elena del solar 

La variedad de telares tradicionales hoy en uso es similar a la empleada en épocas prehispánicas -de cintura, de estacas, diagonal, de arco- y se adecúan a múltiples posibilidades en función al tipo de prenda que se requiere. Sobre la base de esta sencilla herramienta hecha de estacas y varas de diverso grosor se arman urdimbres y tramas para construir tejidos magníficos que implican habilidad, ritmo, memoria y un conocimiento matemático en el planteamiento de los diseños de una perfección admirable. Allí donde se pierde el manejo de un telar de cintura se está perdiendo un universo de información, por ello la importancia de la salvaguarda de la actividad textil tradicional.

La variedad de las técnicas y diseños nos comunican las preferencias personales de la tejedora, inscritas en el lenguaje textil compartido por el grupo y que los distingue de otras comunidades tejedoras. Una prenda tejida nos puede proporcionar información de diversa índole que va a representar al hombre y sus vínculos con el territorio. Es un medio que comunica, que nos habla -con su materialidad, texturas, diseños y colores- y que identifica al portador como miembro de determinado grupo, incluyendo en ello datos de género, grupo etario, jerarquía social. Las habilidades particulares de las maestras tejedoras son muchas veces reconocidas localmente y trascienden los espacios locales, abasteciendo pedidos por encargo destinados a vestir en las festividades, y más allá, a proveer la demanda de compradores foráneos, pertenecientes a una cultura diferente de la tejedora. Un poncho, una faja, una manta, un morral, constituyen material diagnóstico de especial importancia.

Sucede, con frecuencia, que el mercado no valoriza el tremendo trabajo que hay detrás de cada prenda textil por falta de información.

¿Cuánto de ese conocimiento se ha rescatado y puesto en valor?

Si bien se conoce una buena parte de la producción textil contemporánea, esta corresponde a zonas de alto interés turístico y/o a lugares con tejidos vistosos y atractivos de gran demanda y visibilizados por ferias y tiendas especializadas. Existe una producción menos difundida, menos visible pero, igualmente, portadora de acervos e identidades diferentes que sería muy importante documentar, registrar, para profundizar en lo que tenemos como expresión viva del acervo textil tradicional de nuestro país. Apoyar en el rescate y valoración de sistemas de tejido ancestrales, que están en riesgo de perderse, asociados a una herencia prehispánica y española, y divulgar la información, constituye un objetivo que no pierdo de vista.

Sucede, con frecuencia, que el mercado no valoriza el tremendo trabajo que hay detrás de cada prenda textil por falta de información. Por ello, rescatar y divulgar tradiciones textiles contribuye decididamente a posicionar el producto en el mercado, aportando en la generación de un ingreso alternativo para las familias.

La cultura material, además de fuente de identidad, ¿es también un potencial de desarrollo económico para la población?

Si, totalmente de acuerdo. La producción y comercialización de textiles tradicionales constituye un recurso interesante que puede contribuir a combatir la desigualdad y la exclusión en zonas con escasa, o nula, presencia del Estado. Los valores de la cultura material pueden aplicarse al concepto de “desarrollo territorial con identidad” y constituyen un potencial para el desarrollo económico de las poblaciones.

Por ejemplo, en el Parque Nacional Alto Purús se cultiva una variedad de algodón nativo de color blanco cremoso y en dos tonos de marrón característicos, y tiene una suavidad y brillo muy apreciable como fuente de materia prima para la producción textil restringida a la zona y escasamente llevada a vender hasta el Brasil. 

Encontramos que tanto el rol de las tejedoras huni kuin como conservadoras del material genético del Parque, así como los interesantes tejidos (en su técnica y diseño) realizados con tal material son portadores de identidad además de destacados activos para el desarrollo económico de la población y el respeto por la diversidad cultural y natural. Impulsar su cultivo para ampliar la producción de prendas, además de la transformación del hilo en ovillos para la comercialización, con un enfoque sostenible, puede convertirse en una alternativa de ingreso.


tejedora huni kuin de purus

¿Qué le recomendarías al Estado en relación al tema? ¿Y a los indígenas?

Creo que vincular la producción artesanal principalmente al sector turismo no es lo más conveniente. Si bien es claro que el turismo tiene un peso importante como destino de las artesanías en general, nunca ha sido más evidente el riesgo de la dependencia con este sector si recordamos las limitaciones para viajar a ciertas zonas del país durante los tiempos de la guerra interna, entre los años 1980 y 2000, y actualmente la parálisis económica resultado del Covid-19 en el 2020, con una casi total ausencia de visitantes consumidores de artesanía. De otro lado, menciono los desplazamientos de población del último año, donde importantes contingentes viajaron a sus comunidades de origen -entre ellos seguramente también artesanos- en busca de seguridad, de aire puro, de alimentos seguros de la chacra. Poco o nada que ver con la comercialización de las artesanías.

Pienso que pretender que una familia artesana rural se dedique exclusivamente a la producción artesanal implica mucho riesgo, tal como ocurre actualmente con algunos emprendimientos artesanales que apostaron todo al sector turismo, dejando de lado quizás la posibilidad de una mayor seguridad en la sabia diversificación tradicional de las actividades de las familias en el campo.

La producción y comercialización de textiles tradicionales constituye un recurso interesante que puede contribuir a combatir la desigualdad y la exclusión en zonas con escasa, o nula, presencia del Estado.

El Estado debería de cumplir un rol de promoción de las artesanías a cabalidad, como sucede en otros países como México, Colombia, Chile, incentivando campañas de consumo a nivel interno mediante ferias regionales (no solamente en Lima), que propicien la comercialización así como la divulgación de tradiciones, tecnologías regionales y el interés por lo propio. La atención al tema requiere fundamentalmente de la concertación de los sectores a cargo, el MINCETUR y Cultura, pero igualmente Agricultura y Medio Ambiente tienen algo que decir. Este último, desde el SERNANP, fue de gran apoyo en mi experiencia en la región del Purús, en el 2018 y 2019, aportando a la idea de articulación del enfoque de sostenibilidad con la producción textil de las poblaciones en zonas de reserva de Parques nacionales. Pienso que las estrategias diferenciadas son necesarias para una aproximación más eficiente, que considere las diversas especificidades de las comunidades textiles y los territorios.

Por ejemplo, la producción en la Amazonia está fuertemente asociada al empleo de materias primas procedentes de recursos del bosque, por tanto, su enfoque debe ser necesariamente sostenible y consecuente con el cuidado de los recursos, tal como se describe en el Plan de Vida 2019, acordado por la Federación de Comunidades Nativas de la provincia de Purús, FECONAPU. 


Tejedoras de la cn conta, purús.

Hay un notorio interés de las dirigencias huni kuin en apoyar e impulsar la producción artesanal en el entendido que este canal promoverá el mejoramiento de la calidad de vida de las familias. Hoy no es solamente la amenaza del Covid 19 sino las intensas lluvias que han producido inundaciones y pérdida de cultivos en muchas comunidades, poniendo en riesgo la alimentación de las familias. La incertidumbre es grande en estos tiempos

Las tejedoras del Purús, organizadas en la asociación Mabu Hiwe están interesadas en establecer mejores canales de relación con los mercados para lograr un mejor posicionamiento de sus productos, considerando en ello el fortalecimiento de capacidades para atender de manera informada y organizada una producción sostenible y respetuosa de los saberes locales. En este contexto, el arte textil se constituye como una alternativa para la diversificación y complementación de los ingresos en la economía familiar.

Es importante que sean las propias tejedoras informadas quienes opten por la estrategia más conveniente en su relación con el mercado a través de la articulación a procesos consensuados -con el acompañamiento de instituciones, sectores del Estado, gobierno local, u otros que se vea conveniente- en concordancia con las diversas maneras de representación asumidas desde la consideración y valoración de su identidad cultural.