Hoy amaneció lluvioso, más húmedo que de costumbre. “Los peces de los estanques deben andar bien, de repente con la soleada de estos días andaban con calor”, bromea Fabián Antúnez, presidente de la Central Asháninka de Río Tambo (CART).
Los estanques de los que Fabián habla son las 11 piscigranjas que el 2019 instaló DEVIDA en la comunidad nativa Shimavenzo, en la margen izquierda del río Tambo, a pocos minutos en bote o camioneta de Puerto Prado, capital del Distrito. Shimavenzo se ubica en el distrito de Río Tambo, provincia de Satipo, en la zona selvática de Junín.
Lo que muchas comunidades nativas anhelan desde hace décadas es poder articularse con el mercado, si es posible de manera directa, evitando los abusos de los intermediarios. Quienes conocen las comunidades nativas y el mundo rural agrario, saben que son los intermediarios quienes se llevan la parte del león, al imponer sus precios y pagar ínfimas cantidades a los productores, vendiéndoles también productos manufacturados a precios abusivos.
Fabián, presidente de CART en su tercer periodo, señala que las piscigranjas de DEVIDA son un éxito. Habla del negocio pesquero, inédito en el Tambo, como uno de los pocos que realmente están resultando rentables y sostenibles. “Nosotros como federación CART tenemos que apoyar estos proyectos… otros hermanos de las demás comunidades también están entusiasmados y lo que no creían que iba a pasar, que iba a fracasar, están viendo con sus propios ojos que si funciona”.
Y la desconfianza no es gratis. A finales de los años 90, el gobierno de Fujimori anunciaba un plan sin precedentes: un millón de dólares para el proyecto de Uña de Gato, la planta medicinal asháninka, que despuntaba como alternativa para la economía de las comunidades de Río Tambo. Nadie supo que se hizo con los fondos de ese proyecto. Ese es solo uno en un rosario de inversiones que en poco o nada apoyaron el desarrollo local. “La gente está cansada pues, si se planifica desde Lima o desde Huancayo, no se conoce lo que pasa en las comunidades, por eso fracasan los proyectos”, reafirma Fabian.
En Shimavenzo, las cosas parecen ir bien. Los comuneros atienden una rutina, conocen el proceso, manejan las redes, cosechan docenas de kilos de pescado y están vendiendo su producción excedente después de garantizar la cuota para la población de la propia comunidad. Durante la inmovilización social, Shimabenzo uso sus piscigranjas para subsistir al quedar aislada, sin acceso a otras fuentes de ingresos o apoyo. El comportamiento diligente y ordenado de los comuneros a cargo de las piscigranjas es el fruto de mucho esfuerzo, tanto del personal de DEVIDA, como los propios comuneros. Y las historias de algunos de ellos merecen ser contadas, como la de Willy Huacho, quien fue rescatado de Sendero Luminoso.
De la esclavitud a la vida en comunidad
Willy Huacho y otras 30 personas fueron aceptadas como comuneros en Shimavenzo hace poco. Él fue rescatado en el año 2015 por la Policía Nacional, en un operativo que permitió liberarlo luego de más de 30 años de esclavitud de parte de Sendero Luminoso.
Willy nació en Huancavelica y migró siendo un niño con su familia a la zona de Anapate, en el río Ene. A los 15 años, Sendero Luminoso secuestró a su familia y a sus vecinos, para convertirlos en “masa”, término que usa Sendero para nombrar a la población cautiva que esclaviza para el mantenimiento de sus tropas y, posteriormente, para convertir a los propios niños capturados, o los que nacen en el cautiverio, en nuevos combatientes.
La reinserción de Willy y de otros recuperados fue sumamente difícil. El miedo inicial a caer en manos de captores, aún más terribles y sanguinarios, les fue inculcado por décadas. Según Manuel León, asesor de CART, las formas terribles de esclavitud han generado serias heridas psicológicas en la gente. “No se trataba de darles ropa y comida, es mostrarles un mundo que ellos no conocen, decirles que el mundo ha cambiado, que pueden vivir con derechos, como todos. Y también decirles, con dolor, que muchos de sus vecinos, familiares, hermanos, hijos y padres ya han muerto”. Para muchos de ellos es volver de la muerte, a un mundo que los ve con sospecha y malicia.
La gente de Shimavenzo, asháninkas dolidos por la invasión de sus tierras por parte de colonos avalados por el Ejército y funcionarios agrarios, rechazaron de plano que los recuperados pudieran ser acogidos en su comunidad. A su llegada, Huacho y otros recuperados fueron aceptados a regañadientes. Se les trataba como sospechosos por todo, el Estado no apoyaba en nada, nadie veía realmente por ellos. Solo la Policía y uno que otro funcionario iba a verlos para tomarse fotos, pero nadie apoyaba el proceso de reinserción social, a llenar los abismos de miedo y desconfianza entre los asháninka y los recuperados, cuyo líder era justamente Willy Huacho.
Fabian intercedió por ellos y le pidió a la Asamblea Comunal que les diera refugio y la oportunidad de reconstruir su vida en una comunidad asháninka, conviviendo con su gente, con los mismos con quienes compartió los años de cautiverio.
Luego de momentos sumamente tensos, en el 2019, apareció en escena Rubén Vargas, a cargo de DEVIDA, junto con su equipo. En una reunión en el Tambo, un líder comunal le dijo a Vargas: “Tienes que venir aquí, tienes que estar con nosotros y entre nosotros, saber de nuestras vidas, darte un tiempo para enseñarnos. No todo es oficina, porque desde allá nada logras”. Manuel León señala que esa intervención los ayudó justo en el momento esperado.
Willy lidera el grupo de piscicultura en Shimavenzo. Ha sido capacitado como técnico y luego de tantos años de padecer violencia y rechazo, trabaja para la comunidad que ahora valora su esfuerzo. Willy empieza a recuperar su vida.
CART sigue preocupada en que el narcotráfico no ingrese a sus comunidades y que la violencia que traen no crezca, a pesar de las amenazas que vienen recibiendo del narcotráfico.
Experiencias como la de Shimavenzo son la peor publicidad para la corrupción y la ilegalidad, al sembrar esperanza en medio del desamparo. Seguramente, escucharemos hablar de Willy Huacho y Shimavenzo de nuevo, mientras Fabián y CART luchan por mantener el valle del Tambo progresando.