Si las noticias sobre el crecimiento de las áreas deforestadas por la secta menonita en Ucayali eran preocupantes, la presentación de la Gerencia Regional Forestal y de Fauna Silvestre sobre la deforestación por narcotráfico en la región son más que alarmantes.

Finalmente, el Gobierno Regional de Ucayali, a través de la Gerencia Regional Forestal y de Fauna Silvestre, mostró datos concretos del cáncer que crece en Ucayali.

Como venimos informando desde hace meses, las actividades ilegales en Ucayali son una realidad cada vez más presente en las zonas rurales de la región. La ilegalidad ha capturado extensas zonas de los distritos de Masisea, Callería, Iparía y Raimondi. Y esta ilegalidad tiene nombre: narcotráfico.

Desde hace meses, en este espacio veníamos alertando respecto a las presiones que sufre la población rural, particularmente los indígenas, por el ingreso cada vez más intenso de agricultores, que más allá de buscar zonas para maíz o cacao, solo buscaban nuevas áreas para el cultivo de la hoja de coca.

En todas las zonas que visitamos, la llegada de agricultores y comerciantes de Satipo, del VRAEM, de Huánuco, Pasco, incluso de Cusco y el Huallaga, es notoria. Cada 3 o 4 meses, nuevas olas de migrantes arriban a poblados poco conocidos, con el único fin de colaborar con la cosecha de la hoja. Botes repletos con pasajeros mueven también cargas sospechosas. Un solo pasajero, hace unas semanas, movió sin ningún problema 3 sacos de semillas de coca, traídas desde el río Mantaro, para ser sembradas en Tahuanía.


algunas de los cambios registrados por la gerffs en ucayali en solo 5 meses del 2020

Sería iluso no ir atando cabos. La muerte de defensores ambientales, las amenazas a dirigentes, el silencio de autoridades locales de todo tipo y la ligereza con la que se atienden casos de asesinato en algunas cortes de justicia de la región, son apenas síntomas de la degradación social que irá creciendo, si no se toman acciones prontas y estratégicas.

La presentación ayer del Gerente Regional Forestal, como parte del proceso de relanzamiento de la Mesa Regional de Control y Vigilancia Forestal y de Fauna Silvestre, inactiva por más de dos años, ha sido explícita en relación a las amenazas que enfrenta Ucayali. La actitud valiente de Marcial Pezo y de su equipo técnico, mostrando lo que nadie quiere mirar y que solo se susurra en conversaciones privadas, nos llama a reunir fuerzas, a coordinar intersectorialmente y a hacer entre todos el esfuerzo por pensar en la mejor forma de atender este álgido problema.

Más allá de que la tala ilegal y el comercio ilegal de especies de fauna sean un problema real y terrible en la Amazonía, que tampoco podemos dejar de lado, hay enemigos mayores. Mucho mayores y poderosos. No solo están en Ucayali. Loreto, San Martín, Huánuco, Cusco, Junín, Ayacucho, Amazonas, todas son regiones invadidas en diversos niveles por el narcotráfico. Tampoco es un fenómeno nuevo. Como la minería ilegal, hace décadas que el crecimiento del narcotráfico ha ido en aumento, a pesar de las intervenciones estatales.

Lamentablemente, la buena gestión emprendida por el hoy ex ministro Rubén Vargas, mientras estuvo liderando DEVIDA, está ahora en vilo. No podemos asegurar que los cambios profundos en las estrategias para reducir el crecimiento de los cultivos ilícitos, que su gestión venía implementando, vayan a tener continuidad.

Son tiempos difíciles en todo sentido, pero ocultar lo que para muchos es evidente, no nos ayuda en nada. Hay bosques y más importante, hay vidas que defender. El gesto del Gobierno Regional de Ucayali es una señal de que quizá podamos recuperar, en el mediano y largo plazo, algo de la paz que el narcotráfico nos está arrebatando. Ese es el enemigo, el mayor enemigo.