Otro amigo que se va. Junto con otros tantos hermanos, ahora se nos alejó Luis Maury Parra, abogado y defensor acérrimo, incansable y noble, de los derechos de los pueblos indígenas.

Conocí a Lucho en Satipo, nuestra tierra adoptiva, donde compartimos junto con entrañables compañeros, historias con las que seguramente podrían escribirse algunos libros. Lucho había cumplido un ciclo importante como miembro del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), atendiendo al pueblo asháninka en los peores tiempos de la violencia, con apoyos de emergencia y atención legal.  Desde hacía unos años estaba a cargo de la Oficina Piloto del Programa Especial de Comunidades Nativas de la Defensoría del Pueblo en Satipo. Posteriormente, fue también el primer Comisionado para la Paz y el Desarrollo en la Selva Central, del Ministerio del Interior. 

En el año 2000, Lucho ya tenía un nombre hecho. Lideraba la oficina descentralizada del Programa de Comunidades Nativas de la Defensoría del Pueblo en Satipo, una de las más importantes del país. La gente lo respetaba, los indígenas sabían que él era un aliado, el más fuerte y sincero, dispuesto a poner el pecho por ellos. Y esa no era una figura literaria; se basaba en hechos concretos.

Años antes se había empezado a gestar una invasión masiva, organizada desde Huancayo y Satipo, con la que camiones llenos de colonos andinos iban a ingresar al río Ene, aprovechando los incentivos del gobierno. Lucho Maury y David Llanos, junto con otros compañeros, se adelantaron a los camiones y se pararon en medio de la trocha polvorienta que unía Satipo y Puerto Ocopa, punto de salida de los botes que necesitaban los invasores para llegar a su destino.

Frente a las amenazas y bravatas de los colonos, Lucho no se amilanó, y armado con su chaleco azul claro de la Defensoría, conminó a los invasores, los persuadió de no proseguir. Unas horas más tarde, los camiones dieron la vuelta y la emergencia fue resuelta. Esa fue una de las tantas veces que Lucho Maury salió al frente y defendió a quienes siempre consideró hermanos y ciudadanos, sin apelar a la violencia.

Santiago Contoricón, líder asháninka, exalcalde del distrito de Río Tambo y compañero de Lucho desde esos primeros años en Satipo, lo recuerda con especial cariño. “El Doctor Maury, ha impulsado el respeto a los derechos colectivos del pueblo asháninka en la selva central, nos ha acompañado en la enorme tarea de reconstruir el tejido social de la gran nación Asháninka... Maury fue propulsor de la defensa de los derechos territoriales, fue impulsor de los derechos de las mujeres… era un hombre dedicado a la preservación de la cultura asháninka. Cuando fue Comisionado, nos acompañó en todo momento, en todos los actos críticos… solo me queda agradecerle por todo lo que nos ha dejado…” Por su parte, Ruth Buendía, conocida líder indígena, recuerda en sus primeros días como dirigente el apoyo que Lucho le brindó desde el inicio de su exitoso recorrido. Dirigentes indígenas, comuneros, lideresas históricas de la selva central, todos tienen una palabra de pena ante la partida de Lucho.

Del equipo que se formó en Satipo y de los amigos que lo acompañaron por años, solo hay palabras de pesar y de admiración para Lucho. Mechthild, amiga entrañable de Lucho, con los mismo ideales y compañera nuestra en estos años, también lo recuerda:

“Lucho fue incómodo para mucha gente ya que era exigente en la aplicación de los derechos humanos y la justicia social. No sé cuántas veces llamó la atención de las autoridades del Estado para que cumplan su servicio a la ciudadanía, e igual exigía el mismo compromiso a los dirigentes asháninka. Él fue leal y comprometido con la gente, pero no todos le correspondieron con la misma moneda. Sin embargo, apoyó a muchos a que (re)tomen un mejor camino. Sembró mucha reflexión en las personas y tuvo éxito en ello”.

Durante semanas, amigos de todos lados, de todos los sitios donde Lucho trabajó, han ido sumándose a cadenas de oración, a deseos de mejoría, a plegarias por su salud. El COVID-19 se lo llevó de todas maneras, sin que pudiéramos despedirnos y agradecerle por el cariño, por su esfuerzo, y por su ejemplo.

Personalmente, creo que Luis Maury Parra, desde las diferentes posiciones que tuvo en el Estado y en organizaciones de la sociedad civil, siempre cumplió más allá de su deber, siempre se comprometió con los derechos de la población indígena, siempre dio todo, a costa incluso de su propio bienestar, con tal de defender lo que era correcto.

Lucho odiaría esta nota. Casi lo estoy escuchando: “no, no, no… no seas chistoso… no seas, no seas, no me pongas nada… saca eso, saca eso…” Lo siento, Luchito. Esta vez, no te haremos caso.

Tengo que contar que el día en que Lucho se internó por los síntomas intensos del COVID que ya sentía, conversé con él por la mañana. “Me tengo que asegurar que esta gestión se concrete, ya después me voy al médico.” “Cuídate, Lucho”, le increpé. Lucho quiso acabar con una gestión para que unas comunidades nativas del Ene pudieran frenar las invasiones de colonos. Hasta las últimas horas antes de internarse fueron para los asháninka, el pueblo que lo quiso y que él nunca dejó de defender.

Bertolt Brecht decía" Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles". Lucho era, es, de los imprescindibles. Nos toca honrar su vida, dando lo mejor que tenemos para seguir en la lucha.

Hasta la vista, ayompari.