Marisela Vargas estuvo hace unos meses en Pucallpa, operada de emergencia. En su recuperación, nos decía que en su pueblo no podían curar la apendicitis, pero podían ayudarla con los dolores y a prevenir que más gente se enferme. En su memoria, las enseñanzas de su madre, de su abuela, de las mujeres machiguenga de su pueblo, revoloteaban recordando los olores y formas del bosque y la sanación que podían brindarle. 

Marisela es la líder de ARDISEP, la asociación de artesanas de Sepahua, localidad ubicada en la parte sur de Ucayali, colindante con la parte amazónica del Cusco. Ella y las mujeres yine, machiguenga y amahuaca de su asociación, vienen organizándose para poner en valor su conocimiento, sus artes con la cestería, el tejido y el dibujo en maravillosos telares, con los que mantienen viva la cultura.

Cuando conversamos a inicios de abril, Marisela, inquieta como siempre, nos decía que la pandemia no las iba a vencer. Que ella y las señoras, sus socias, iban a prepararse para pelear para sanar a su pueblo y poner en práctica los conocimientos de sus madres y sus abuelas. Coordinando con el Municipio y el Centro de Salud, Marisela se acercó a la directiva de la Comunidad Nativa de Sepahua quienes le prestaron un local abandonado pero útil para su proyecto. Armada con esa energía que la distingue y la fuerza de las mujeres de la selva, Marisela empezó a limpiar, a ordenar, a arreglar el local. Pacientemente, Marisela habilitó su centro de sanación indígena.

Con más de un centenar de pacientes en su registro, Marisela sigue incansable. A pesar de que prácticamente trabaja sola en el centro, cada tarde camina a su casa con la satisfacción de entregar salud para sus paisanos.

“La cultura de nosotros nos va ayudar a hacer frente a esta enfermedad. ¿Cómo vamos a quedarnos quietos viendo como todos se enferman? Hay que apoyar, hay que ser fuertes, no podemos dejarnos vencer”, declara Marisela.


Marisela en plena labor, en el centro de sanacion de sepahua

A diferencia de Pucallpa, donde el ya famoso Comando Matico usa esa planta para su terapia de alivio, Marisela usa la mocura, y una mezcla de plantas para que los pacientes se alivien del ahogo y el cansancio que caracteriza al COVID.

“Ahora que sabemos que en los barrios ha habido casos hace semanas, me parece que les hemos ayudado. Muchos de los vecinos de esas zonas habían venido antes, con miedo de que les diera el Covid, y acá los hemos atendido. Todos los días desde finales de mayo la gente viene y se les atiende, con respeto, con el poder de nuestras plantas, así como nos enseñaron las abuelas, así nosotros nos curamos”.

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El Centro de Salud de Sepahua, sede de la microrred, apoya la iniciativa. Y es lo lógico. Sepahua es el centro de referencia más cercano y mejor implementado de esa parte de la Amazonia. A pesar de estar al lado de los campos de gas de Camisea, y tener directa e indirectamente la obligación de atender a más de 8 mil personas, Sepahua cuenta con un solo médico. Al estar en Ucayali, suple en gran medida las necesidades de Cusco, pero no recibe ningún apoyo de esa región a pesar de atender a gran parte de la población cusqueña del Bajo Urubamba. En medio de la pandemia, Sepahua apenas dispone de una dotación de oxígeno para una docena de pacientes y solo se daría abasto para unos pocos pacientes internados, debido a la carencia de espacio y más camas para hospitalización.

La situación de Sepahua es similar a la de otras zonas alejadas de la Amazonía, pero la cercanía a la Reserva Territorial Kugapakori Nahua y a los aislados que transitan por las cabeceras del mismo río Sepahua elevan notablemente el peligro.

Sin embargo, esto parece no ser tomado en cuenta con la planificación de los vuelos de apoyo programados por el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, el Ministerio de Cultura y otras instancias, ya que, en lugar de reducir la posibilidad de contagios, evitando el desplazamiento hacia Sepahua donde ya se registran numerosos casos, promueven la concentración de personas de toda la cuenca en esta localidad. Pobladores de otras comunidades, como Bufeo Pozo con más de 2000 habitantes o Kirigueti con más de 1500, deberán acudir a Sepahua, aumentado dramáticamente la posibilidad de contagios.

Sin duda, a pesar del compromiso y valentía de Marisela y sus conocimientos de  plantas medicinales, los riesgos de esta descuidada planificación traerán más contagios. La comunidad, el Municipio y el Centro de Salud le siguen ofreciendo apoyo pero si el ritmo de contagio aumenta, todos los esfuerzos serán pocos.

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