Las medidas de aislamiento del Gobierno han sido sobrepasadas por la realidad y la necesidad. Ahora Sepahua, en el bajo Urubamba, registra casos que ponen en  serio riesgo la vida de la población en aislamiento y contacto inicial de la Reserva Territorial Kugapakori Nahua Nanti.
Enemigo en la puerta

Hace unas semanas, en este mismo espacio escribí respecto al riesgo inminente del ingreso del virus del COVID 19 a zonas alejadas de la Amazonía, particularmente a Sepahua. Ayer por la noche, la mala noticia se hizo realidad. 

Villa Sepahua es la capital del Distrito del mismo nombre, ubicada en la confluencia del río Sepahua y Urubamba. Casi en el límite con Cusco, es la puerta de entrada a la zona de mayor producción de gas del Perú, donde se ubican los yacimientos de Camisea.

Sepahua es sumamente importante, ya que además de tener una posición estratégica para la logística fluvial en el bajo Urubamba, es la escala obligada para quienes quieren ingresar a la comunidad nahua de Santa Rosa de Serjali, ya dentro de la Reserva Territorial Kugapakori Nahua Nanti (RTKNN). Por si esto fuera poco, remontando el río Sepahua se llega al Parque Nacional Alto Purus, justo en una zona de muy alta biodiversidad que es, a la vez, zona de tránsito de indígenas en aislamiento que se desplazan desde la RTKNN hacia el Parque Nacional Purús y la Reserva Indígena Mashco Piro.

Sepahua es un núcleo comercial articulado con la ciudad de Atalaya, capital de la provincia, ubicada a 4 o 5 horas en bote, y que surte a más de 20 comunidades nativas con población machiguenga, yine, asháninka, amahuaca y mestiza. Entre el Sepahua y el PN Purus, existen concesiones forestales que están siendo invadidas por agricultores cocaleros y extractores ilegales. La noticia de los primeros casos de COVID en Sepahua son, por ello, en extremo preocupantes.

Marisela Vargas, presidenta de la Asociación de Artesanas de Sepahua, nos contó que la población de Sepahua siguió con disciplina el aislamiento, pero hace unas semanas, la necesidad de trabajo y alimentos relajó las medidas. Es que, en efecto, la gente en Sepahua sí siguió las directivas del MINSA, no salía a las calles, y se preocupó en guardar el aislamiento, pero la dependencia en casi todo sentido de Atalaya, de donde provienen, por ejemplo, alimentos, combustibles, medicinas, parece haber sido el Talón de Aquiles de la estrategia.

 

Sepahua, poblado clave en el bajo Urubamba 

Atalaya registró su primer caso el 20 de abril, con una persona que llegó desde Lima, haciendo escala en Huancayo y Satipo, y que, en contra de las órdenes oficiales ingresó a Atalaya refugiado por sus familiares. Las cifras actuales ya muestran el impacto del COVID 19 en la provincia de Atalaya, con 93 casos, de los cuales 2 se acaban de reportar en Sepahua. Del total de casos, 8 corresponden a ciudadanos indígenas yine, yanesha y asháninka.

Como advertimos también, el tránsito en los ríos no se ha detenido. En Pucallpa, el puerto sigue activo, los botes siguen llevando pasajeros y los botes de carga trasladan también personas que eluden los controles. La promesa del bono y la necesidad de comprar o vender para seguir viviendo, motiva a la gente a trasladarse, rompiendo toda barrera para contener el avance del Covid 19.

La presencia comprobada del virus en Sepahua, es ahora la alarma más grave respecto a los indígenas en contacto inicial y en aislamiento, en el marco de la pandemia. El virus está ahora a un paso de los nahua de Santa Rosa de Serjali, que se exponen otra vez a un enemigo que podría terminar de exterminarlos, como ocurrió hace casi 40 años.

Por su parte, los nahua de Serjali han mantenido el distanciamiento social y hace poco protestaban por la posible sanción a un profesor que se ofreció a cobrar el bono para que los comuneros no salgan a Sepahua, protegiéndolos de eventuales contagios. Una vez más, el Ministerio de Cultura debe explicar la razonabilidad de sus acciones, que a simple vista desafían el sentido común.